05 Mar
05Mar

A veces no queremos soltar lo conocido, aunque sea malo, puesto que tenemos miedo de no encontrar a nadie más. No obstante, debemos dejar ir para que puedan llegar cosas nuevas

Nos cuesta mucho romper con aquello a lo que nos hemos aferrado. Sobre todo, en el ámbito de las relaciones, cuando una relación ya no se sostiene, el mundo se nos viene encima y creemos que todo se termina. No obstante, esto no es así.
En el momento de la ruptura sentimos que todo se viene abajo y que nuestra vida se termina. Eso es porque nuestros sentimientos nos están jugando una mala pasada. Sentimientos de desesperanza, de corazón roto, miedos de no encontrar a nadie igual, temor por sentirnos incapaces de ser felices con otra persona…
Sin embargo, tenemos que tener mucho cuidado y diferenciar entre lo que estamos sintiendo y lo que es mejor para nosotros en realidad. Porque esta vorágine de emociones puede llevarnos a lo que conocemos como relaciones intermitentes. Las relaciones intermitentes son aquellas en las que sus miembros están juntos, después rompen, regresan y vuelven a romper. Así sucesivamente. Esto ocurre porque su miedo a un final decisivo les hace dar siempre marcha atrás.
A pesar de la inseguridad que nos aborda al dar ese paso para abandonar aquello que creíamos seguro en su momento, a pesar de sentir que todo va a cambiar y no desear que suceda esto, lo que viene siempre será mejor. Nuevas experiencias, nuevas oportunidades… En definitiva, nuevas opciones para poder seguir aprendiendo, creciendo, madurando y conociéndonos mucho mejor.
No debemos forzar situaciones ni aferrarnos a aquellas que ya no dan frutos, sino que más bien los pudren. Lo que viene siempre será mejor, pero para ello tenemos que aprender de las experiencias sin aferrarnos a ellas. No lamentarnos, no victimizarnos… Tomarlas como algo que ha sucedido y que nos ha enseñado a madurar y a crecer.
Recuerda que todo lo que nos ocurre nos ayuda a ser mejores personas, siempre y cuando así queramos verlo. Pensemos en todas las experiencias que en su momento creímos que supondrían el final de nuestra vida. Situaciones en las que pensamos que nos quedaríamos solos, que nadie se fijaría en nosotros, que jamás volveríamos a tener pareja, que no sabríamos vivir sin pareja…
¿Qué ha ocurrido ahora que podemos ver todo lo sucedido con perspectiva? Aquellos años atrás nos resultaron una tortura, pero ¿ahora? Te aseguro que ahora que lo ves en perspectiva, aquella situación ya no te parece tan fatalista como la sentiste en ese momento
Aprende a encontrarte, a conocerte, a adquirir un aprendizaje de todo lo que pasa en tu vida. Ahí está la clave, en siempre estar aprendiendo, en siempre tener los ojos abiertos para poder captar el mensaje que la vida te quiere dar. Seguro que estarás orgullosa de en quien te estas convirtiendo y agradece por eso a esas experiencias que en su momento fueron dolorosas, pero que te permitieron convertirte en la persona que eres hoy en día.
Porque lo que viene siempre será mejor, lo creamos o no.

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